Los rendimientos que el inversor puede obtener por invertir en acciones dependerán, sobre todo, de dos fuentes:
La diferencia entre el precio de compra y el precio que obtenga cuando decida venderlas (plusvalías, si el precio de venta es superior al de adquisición, o minusvalías, en caso contrario).
De los dividendos que la Junta General acuerde distribuir mientras sea propietario de las acciones. Los dividendos representan la parte de los beneficios obtenidos por la sociedad que se destinan a remunerar a los accionistas, por lo que constituyen un derecho económico. No todas las empresas cotizadas distribuyen siempre dividendos, ya que hay que tener en cuenta factores como la capacidad y solvencia de la compañía, la evolución de sus beneficios, las estrategias de crecimiento, etc. Por ello, las empresas que reparten dividendos de forma regular son una referencia para los inversores a la hora de comparar la rentabilidad por dividendos de las acciones con la rentabilidad de los activos de renta fija. En definitiva, repartir o no dividendos es un decisión de la Junta General; el inversor puede acudir a la misma para ejercer su derecho de voto, o delegarlo de forma responsable (lo cual constituye un ejemplo de vinculación entre derechos políticos y derechos económicos).
No obstante, para el accionista también es posible obtener ingresos adicionales en las ampliaciones de capital y en la emisión de obligaciones convertibles, mediante la venta de los derechos de suscripción que le correspondan, como se detalla en el apartado correspondiente. Asimismo, en algunas ocasiones, las compañías deciden realizar ampliaciones de capital con cargo a reservas, distribuyendo nuevas acciones entre los accionistas, de forma gratuita o a un precio inferior al del mercado.
En todo caso, no hay que olvidar que la venta de derechos de suscripción, o de acciones asignadas gratuitamente por la compañía, conllevan una disminución en el porcentaje de la sociedad de la que es propietario el accionista (efecto dilución).
Al estimar la rentabilidad de la inversión en renta variable, es necesario considerar también el efecto de los gastos asociados a la inversión (corretajes por las operaciones de compraventa y suscripción, comisiones de depósito y administración de las acciones, etc). Asimismo, cada inversor deberá conocer el impacto fiscal, según sus circunstancias económicas y personales, sobre todo a la hora de desinvertir.
En resumen, un cálculo a posteriori o una estimación de la rentabilidad de las acciones debería tener en cuenta todos los elementos mencionados. Sin embargo, en ocasiones se utilizan aproximaciones parciales más sencillas, como la simple comparación entre el precio de adquisición y la última cotización, que nos da una idea aproximada de las plusvalías generadas por nuestras acciones si las vendiésemos en ese momento, o la denominada rentabilidad por dividendo, que compara los dividendos percibidos a lo largo de un periodo con la cotización del valor (PER, ratio precio-beneficio).
En el siguiente video se explica el PER y la rentabilidad por dividendos
PER y Rentabilidad por Dividendos
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