Renta variable
Para introducir la renta variable se van a seguir las orientaciones dadas por la CNMV y un curso sobre renta variable de gran calidad pedagógica.
El apartado sobre acciones en la CNMV informa de los distintos tipos de acciones, los derechos políticos y económicos que incorporan, operaciones societarias sobre acciones (OPAs, ampliaciones de capital…), conceptos relacionados con el riesgo y la rentabilidad de la renta variable, etc.
Las Acciones
Son valores de renta variable, lo que significa que no es posible conocer con certeza qué rentabilidad se obtendrá de la inversión. Las acciones representan una parte proporcional del capital social de una sociedad anónima; por tanto, otorgan a sus tenedores la calidad de socio propietario de la misma, en proporción a su participación. Esta condición de asociado conlleva tanto un conjunto de derechos, como una serie de responsabilidades asociadas al ejercicio de los mismos.Las acciones integran los fondos propios de la sociedad (el resultado de sumar capital, reservas y resultados, deduciendo los dividendos).Pueden estar representadas por títulos físicos o por anotaciones en cuenta. La representación por anotaciones en cuenta es obligatoria si la sociedad está admitida a cotización en las Bolsas de valores.
Las acciones pueden clasificarse atendiendo a diferentes criterios. La decisión de emitir uno u otro tipo depende de la sociedad.
Según los derechos intrínsecos que incorporan (cuya determinación corresponde al emisor), se distinguen principalmente los siguientes tipos de acciones:
Acciones ordinarias: son las que atribuyen a sus titulares los derechos descritos en la sección Derechos políticos y económicos del accionista. La emisión de este tipo de acciones es la más habitual en el mercado de valores español.
Acciones privilegiadas: incluyen algún privilegio económico adicional en relación con las acciones ordinarias. Por lo general, un mayor dividendo, mediante una participación especial en los beneficios. Estas emisiones son escasas en nuestro mercado, y en ningún caso deben confundirse con las participaciones preferentes.
Acciones sin voto: conllevan los mismos derechos que las acciones ordinarias, excepto el de voto en las juntas generales. Como contraprestación, se confiere el derecho a un dividendo mínimo (fijo o variable), adicional al distribuido para las ordinarias. Este dividendo mínimo garantizado es preferente (se paga antes que el dividendo ordinario) y acumulativo (si no se pudiera pagar ese año, se abonaría dentro de los cinco siguientes). Son escasas en la práctica.
Acciones rescatables: se trata de acciones que pueden ser amortizadas o rescatadas por la sociedad emisora a solicitud de ésta, de los accionistas, o de ambos: esta posibilidad las diferencia de los demás tipos de acciones, que tienen una duración indeterminada. En los acuerdos de emisión se fijan las condiciones para el ejercicio del rescate, pudiendo hacerse con cargo a beneficios, reservas libres, emitiendo nuevas acciones, o bien reduciendo capital con devolución de aportaciones. Hay que señalar que, en el caso de que sólo el emisor tenga el derecho de rescate, éste no podrá ejercitarse sino a partir de los tres años de la emisión de las acciones.
Otro criterio nos permite clasificar las acciones en viejas y nuevas. Son viejas las acciones normales negociables, cuyo propietario disfruta de todos los derechos económicos y políticos. Las acciones nuevas son las que resultan de una ampliación de capital; gozan de los mismos derechos políticos que las viejas, pero normalmente no disfrutan de los mismos derechos económicos (dividendos) hasta el cierre del ejercicio en que se han emitido (momento en el que se equiparan con las viejas, desapareciendo la distinción).
Por otra parte, las acciones son valores negociables, es decir, transmisibles. Sin embargo, las condiciones en que se puede realizar la transmisión son muy diferentes, según se trate de acciones cotizadas o no cotizadas.
Son cotizadas las acciones que están admitidas a negociación en un mercado secundario, para lo cual las sociedades emisoras tienen que satisfacer ciertos requisitos, establecidos con el objetivo de garantizar la liquidez de los valores (aunque, evidentemente, existen importantes diferencias entre unas compañías y otras). Esto significa que en general la inversión se puede deshacer en cualquier momento, que existe una valoración objetiva de la misma (el precio de mercado), y que el inversor no está obligado a buscar un comprador para sus acciones, pues el mercado aporta de forma instantánea las contrapartidas. Las acciones de las compañías no cotizadas no cuentan con estas ventajas.
Los requerimientos para la admisión a cotización de los valores en un mercado se detallan en la sección Bolsas de valores. Admisión a negociación. El procedimiento de admisión varía según los valores sean nacionales o extranjeros, negociados en el primero o segundo mercado, etc. La admisión a negociación de acciones españolas requiere en general la verificación previa, por parte de la CNMV u organismo competente, del cumplimiento de los requisitos legales y del Folleto y Tríptico Informativo.
Una vez que las acciones de la empresa han sido admitidas a cotización, la sociedad queda sometida a todas las normas vigentes en materia de Bolsa (en concreto, a las disposiciones sobre admisión, contratación, permanencia y exclusión de la negociación). Asimismo, está sujeta a la normativa reguladora de los mercados de valores, en lo relativo a comunicación de participaciones significativas, información pública periódica, hechos relevantes, etc.
Por otra parte, en los informes de analistas y en los medios de comunicación en general, es frecuente encontrar calificaciones que, de alguna manera, implican una clasificación de las compañías cotizadas. Esos conceptos han de manejarse con cautela, ya que al fin y al cabo responden a apreciaciones subjetivas, sin que existan límites fijos entre una y otra categoría:
Los valores estrella o «blue chips» son valores de alta capitalización bursátil y elevada liquidez. Se contraponen a los valores especulativos o «chicharros», como se denomina a las acciones de empresas de cualquier sector, de pequeño o mediano tamaño y baja capitalización, que incorporan un alto componente especulativo y, por tanto, un elevado riesgo.
Se distingue también entre valores cíclicos y no cíclicos. Los primeros hacen referencia a las acciones de empresas en las que la generación de beneficios está vinculada al carácter cíclico de su actividad.
El valor de las acciones
Es frecuente medir el valor de las acciones de una empresa evaluando la capacidad de la misma para generar resultados positivos (flujos). En general, las acciones de una empresa tienen distinto valor para distintos inversores; como consecuencia, en un mismo momento unos desearán comprar y otros vender.
No debe confundirse el valor con el precio. En general, el valor actual de cualquier activo financiero es la suma de todos los flujos que se esperan del mismo en el futuro, descontados a un determinado tipo de interés (tal y como se explica en la sección Cálculo de la TIR).
En el caso de las acciones, básicamente se espera ingresar una serie de beneficios futuros. Todos los elementos necesarios para el cálculo, así como el propio método escogido y las variables a considerar, son estimaciones, y por lo tanto, factores subjetivos: el importe de los beneficios futuros, el riesgo en la obtención de los mismos (que en general tiende a aumentar con el tiempo), el número de periodos para los que se realiza el cálculo, el tipo de interés adecuado para descontar los flujos…
Así, el valor actual de una compañía será distinto par
a unos inversores y otros, según los métodos de cálculo empleados, las previsiones sobre la evolución de los tipos de interés (lo que determina el tipo de descuento), las estimaciones sobre la capacidad de una compañía para generar beneficios, etc.
Por lo tanto, si para un inversor el valor actual es superior al precio de mercado, estará dispuesto a comprar acciones a dicho precio. Al mismo tiempo, otro inversor podría vender a esa cotización, si el resultado de su modelo de valoración otorga a la compañía un valor inferior al precio al que cotiza.
Pueden considerarse los siguientes valores de las acciones, según la información y los métodos utilizados para su cálculo :
Valor nominal: es el resultado de dividir el capital social de la empresa entre el número de acciones.
Valor contable: el valor contable, valor en libros o patrimonio neto de una empresa es el valor de los recursos propios que aparecen en balance «Capital + Reservas – Acciones Propias +/- Resultados – Dividendos repartidos». Esta cantidad es también la diferencia entre el activo total y el pasivo exigible, es decir, el excedente del total de bienes y derechos de cobro de la empresa sobre el total de sus deudas con terceros. Supone realizar la valoración desde una perspectiva estática que no tiene en cuenta la posible evolución futura de la empresa, el valor temporal del dinero, etc. No obstante, se pueden realizar ajustes de tal manera que refleje más fielmente dicho valor, obteniéndose así el valor contable ajustado.
Valor de liquidación: es el valor de una empresa en el caso de que se proceda a su liquidación, es decir, de que se vendan sus activos y se cancelen sus deudas. Este valor se calcula deduciendo del patrimonio neto ajustado los gastos de liquidación del negocio (indemnizaciones a empleados, gastos fiscales y otros gastos propios de la liquidación).
Valor de mercado: es el valor de cotización de la empresa en el mercado de valores. Este valor es el resultado de la oferta y la demanda, por lo que varía continuamente. En las sociedades cotizadas, el valor de mercado es una buena aproximación a su valor real, siempre que no existan circunstancias que lo distorsionen.
Valor teórico o intrínseco (valor actual): es el valor que debería tener una empresa. Consiste en obtener el valor actual de una acción atendiendo a la corriente futura de flujos de caja o dinero que se espera que la acción tenga en el futuro. La tasa de actualización o descuento que se suele utilizar para actualizar estos flujos futuros es el coste del pasivo, coste del capital o coste del capital medio ponderado, que es la media aritmética ponderada del coste de los diferentes recursos financieros que utiliza la empresa. Sin embargo el inversor suele utilizar como tasa de actualización el tipo de interés que obtendría (en concepto de coste de oportunidad) de inversiones sin riesgo o, en otros casos, la rentabilidad generada por inversiones con riesgo equivalente.
Es fundamental que el inversor conozca lo mejor posible la situación y perspectivas de la entidad emisora de las acciones, ya que en ellas se basa la estimación del valor actual de las acciones. Consulte la sección sobre Sociedades emisoras.
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