No ha habido sorpresa en el anuncio de Obama sobre la muy esperada reforma financiera. Tal como se preveía el Estado toma mayor poder, eso sí, argumentado con un discurso liberal en el que se afirma, por ejemplo, «Los negocios los llevan mejor los empresarios que el Estado», pero como el sistema falla y se producen abusos, hay que dar más poder al Estado. Algo dificil de conciliar entre el proteccionismo y el liberalismo.
Es la Reserva Federal (la Fed) la encargada de ese mayor control especialmente intensificado sobre los grandes bancos y en el mercado de emisión de títulos con hipotecas.
Quizás, la mayor novedad, además de reajustes y aumento del poder de la Fed, sea la creación de la Agencia de Protección de la Financiación al Consumo, que pretende vigilar la venta de productos como las hipotecas o las tarjetas de crédito, que afectan de manera directa a las economías familiares. Equivaldría a una agencia defensora de los consumidores de productos financieros, tanto de crédito como de ahorro y cualquier tipo de transacción bancaria. La gran sofistificación de algunos productos financieros también sería otro argumento para fundamentar la necesidad de esa agencia, no sólo vigilando su instrumentación sino también haciendo una labor divulgativa que espero que lo hagan porque se necesita.